Axel Torres Marrero es uno de los activistas de VIH más influyentes de New Jersey. Debido a su trabajo como director principal de políticas, prevención y reducción de daños de Hyacinth, la mayor organización de servicios para el SIDA del estado, su huella está en casi todas las leyes relacionadas con el VIH de New Jersey.

 

Recientes victorias legislativas incluyen la expansión del acceso al intercambio de jeringas en New Jersey. Marrero también fue el principal lobista en el esfuerzo para descriminalizar la transmisión del VIH en New Jersey, revocando una ley que básicamente criminalizaba la vida sexual de las personas que viven con el virus.

 

Marrero, nacido en Puerto Rico, se abocó al activismo tempranamente, ahora reparte su tiempo entre Jersey City y Florida. “Desde el principio vi coincidencias entre la etnicidad y las personas que son LGBTQ, personas que tienden a ser marginalizadas”, dice. “Y vi lo que eso significa en términos de estructura política, donde no tienes poder y muy poca capacidad de cambiar las cosas”.

 

Esto lo llevó a protestar contra las políticas del gobierno que dañaban desproporcionadamente a las personas de color. Reconoció la intersección del SIDA y el uso de drogas, a lo que llamós las “epidemias gemelas”.

 

“Llegué al activismo del SIDA, primero a través de la adicción”, dice. “Hay muchas personas que se han olvidado lo que fue cuando las epidemias gemelas, VIH y crack, golpearon a las comunidades latinoamericanas y afroamericanas en el área de New York, lo que incluye Jersey City y Newark. Cuando llegaron las epidemias gemelas, yo tenía un asiento en primera fila de la devastación”.

 

Fue entonces cuando Marrero descubrió ACT UP, la organización de activismo militante que llevó la muy necesaria atención a la crisis del SIDA.

 

Su principal obstáculo: superar el estigma. “Un código de silencio cayó sobre las comunidades de color”, dice Marrero. “No querían hablar del tema”.

 

Él describe un estigma tan corrosivo que hacía que familias que estaban en duelo ocultaran la causa real de una muerte por SIDA.

 

“Aun siendo joven, sabía que no había una razón para que esto pasara”, dice Marrero. “Y desde el principio, mi sensación era, ¿Por qué está pasando esto y a nadie le importa un carajo? Y entendí que al gobierno no le importa porque estamos hablando de una persona de color o de otro grupo marginalizado”.

 

Observa que los trabajadores sexuales, las personas que se inyectan drogas, los inmigrantes y las personas LGBTQ fueron especialmente dañadas por la inacción del gobierno.

 

“Sentí que todo el sistema decía, ‘Como eres ‘menos que’, tu comunidad se merece las epidemias gemelas de adicción y VIH. Por eso no hizo falta mucho para que me involucrara con ACT UP”, dice Marrero.

 

Su tiempo con ACT UP también lo ayudó a desarrollar la capacidad y paciencia para jugar un largo partido, especialmente en lo relacionado con soluciones poco populares para combatir la transmisión del VIH, como la ampliación del acceso a jeringas.