La inesperada el 1 de junio del querido activista y cineasta Marco Castro-Bojorquez, quien acababa de regresar a los Estados Unidos después de haberse aislado por el COVID-19 en México, fue un tremendo golpe para las muchas personas que lo conocían personalmente como amigo, mentor y defensor de derechos, así como para muchos otros a quienes impactó a través de su trabajo y su arte.

 

Habiendo emigrado a los Estados Unidos desde Sinaloa, México, en busca de asilo en los años ’90, Castro-Bojorquez, que era gay y vivía con el VIH desde 2000, dedicó su vida a defender los derechos de los inmigrantes, Latinos, personas que viven con el VIH y personas LGBTQ. Lo que es más, desafió a la homofobia y promovió la aceptación familiar entre familias Latinas de sus hijos queer a través de dos documentales muy respetados, que le valieron el premio Champions of Change otorgado por la administración de Obama en 2015.

 

Castro-Bojorquez fue educador comunitario en Lambda Legal, miembro de U.S. People Living with HIV Caucus Steering Committee y co-fundador y co-presidente de HIV Racial Justice Now Coalition. Su trabajo como defensor de derechos fue influenciado no sólo por su experiencia de vida, sino también como dijo su querida amiga y defensora trans Bamby Salcedo, por “su pasión por la superación de todos”. Su afectuoso y combatiente espíritu será echado de menos.